El ruido digital me pierde. Me desconecta, me hace ser quien no soy con tal de vender. Vender por creerme el cuento de que soy lo que gano, soy los seguidores que tengo o soy las ventas que logro.
El año pasado fue un año muy difícil y oscuro para mi.
Me di cuenta que emprender puede ser hermoso y que la red que sostiene y acompaña es necesaria, pero también me di cuenta que no es tan fácil encontrar personas que te potencien y no que quieran hacer de vos un molde.
El año pasado me sentí con una incomodidad constante.
Sentí que lo que hacía no tenía ningún tipo de valor (incluso cuando recibía tantos elogios de colegas o amigas o emprendedoras o mensajes inesperados agradeciendo de parte de mis clientas… no podía recibirlos, simplemente no ingresaban.
El año pasado tuve una crisis de ansiedad como hacía años no tenía, y es que hoy… después de un tiempo (y muchísimo trabajo interno) pude entender que mi foco solo estaba en las metas…
“Cuando llegue ahí entonces…”
Y claro… la meta, la ambición es necesaria pero cuando la meta se transforma en tu vida y se come todo lo que hay alrededor es un problema.
Porque ese entonces no me deja descansar.
Porque ese entonces no me permite disfrutar “xq todavía te falta”
Porque ese entonces me dice que como no logré/no conseguí/no pude entonces no soy válida
Porque ese entonces me mantiene en una rueda de hiperproductividad e hiperexigencia que me mantiene horas y horas sentada trabajando…
Porque ese entonces me desconecta de mí, de mi familia, de mis amigas… de mi vida.
Y porque además ese “Cuando llegue ahí”… cada vez se mueve un poco más adelante, porque nunca es suficiente, porque nunca estoy a la altura…
Hasta que me hicieron una pregunta dolorosa y sincera… ¿qué pasa si nunca llegas ahí? ¿Estás dispuesta a vivir así 20 años más? ¿Cómo sería tu vida dentro de 20 años si seguís por este camino?
Pffff… esos momentos que simplemente te sacuden, te golpean… ese knock out necesario, que nos hace volver de un hondazo a una misma… a mirar alrededor y ver lo que haces, lo que sentis, lo que queres… a donde está tu foco y volver a redireccionarlo a lo importante.
Después de esa oscuridad que transité el año pasado, siento que ahora me caen las fichas y hacen que me relacione con mi trabajo, con mi negocio desde un lugar más amable… eso no significa que haya momentos malos / dolorosos… sino que elijo transitarlos siendo amable conmigo.
Hoy, me están cayendo muchas fichas del año pasado.
De cómo mi cabeza fue una mala consejera mucho rato y me hizo perderme en lo menos importante…
O no se si menos importante, pero me hizo quitarle espacio y foco a todo lo demás.
Hoy siento que mi valor, lo que hago, lo que digo, a quienes elijo acompañar no están definidos por lo que logro, por lo que facturo, ni por si me sigue tal o cual… hoy mi valor está en transformar la vida de quienes acompaño….
Y no hablo de transformar cual varita mágica… hablo del proceso. Hablo de transformar a partir de cuestionarnos, de abrir puertas que estaban con 20 candados, de muchas veces nadar en el barro.
Hablo de, aunque incomode, tomar decisiones y acciones que acerquen a esa vida que queremos crear… donde nuestro trabajo está alineado y no se consume toda nuestra energía, motivación y ganas…
Hablo de mujeres que sueltan lo establecido, que están dispuestas a dejar de escuchar las historias de su mente porque entienden la importancia y el valor de quienes son y de lo que tienen para ofrecer al mundo.
Mujeres apasionadas por sus trabajos, pero también por sus vidas… que quieren armar sus propias rutinas / hábitos que les hacen sentido, que las enciende y motiva a diario…
Mujeres que saben que para crecer, es necesario traspasar el miedo, y que aún con miedo, van hacia donde quieren ir.
Y si no es en este momento, a través de mujeres que estén dispuestas a tolerar esa incomodidad, lo entiendo… porque hoy muchas personas están en cualquiera y la gente quiere soluciones rápidas.
Aún así, esperaré porque no tengo duda que llegaran esas mujeres.
Somos mujeres y disidencias queriendo mostrarnos, visibilizarnos en un sistema machista. Un sistema que nos hizo creer que nunca vamos a estar a la altura que un hombre, que no vamos a estar “calificadas” para ese puesto, o que lo que tenemos para mostrarle al mundo no es tan bueno (como si lo hiciera un hombre, claro).
Esas creencias no son individuales… son colectivas, las atravesamos la gran mayoría de las mujeres porque el mundo, la construcción social, la historia y el sistema se encargó de hacernos creer eso.
Lo que nos lleva muchas veces a estar en ese lugar de sumisión, de inseguridad, de autodesacreditarnos… de creer que porque somos mujeres tenemos que demostrar mucho más para “llegar ahí”.
Es una realidad que esto no le pasa a la mayoría de los hombres, porque el sistema fue creado para y por ellos… lo que nos dejó una desventaja terrible, principalmente en nuestra mente y en la forma en la que tenemos de mostrarle al mundo nuestro talento, nuestro poder, nuestra voz.
Yo quiero acompañar a mujeres para que puedan ver, reconocer, aceptar y potenciar todo eso que tienen para dar… que estén cansadas de conformarse con lo que nos hicieron creer que es “lo que nos toca”, que quieran y estén dispuestas a romper viejos paradigmas, de seguir ocupando lo que nos pertenece gracias a nuestro camino, a nuestro conocimiento, a nuestra formación, a nuestros talentos…
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